martes, 22 de febrero de 2011

El Camino Menos Tomado



Es muy importante saber tirar ese primer golpe. Si conecta correctamente, el resto del pleito es un queque. Hay ventaja clara. Igual, artistas costarricenses llenos de promesa e ímpetu han logrado deshacerse en mares de duda y expectativa tras un maravilloso arranque, dejando un fade-out como única evidencia de su paso. A cinco meses de lanzar su disco debut, que atrajo la atención de blogs internacionales y una positiva mención en la calificada revista británica NME, The Great Wilderness sorprendió sacando su segunda obra, el Tiny Monsters. No solo asombra su pronta aparición, si no el ser una clara mejora sobre su primer trabajo.

Es común notar influencias de artistas recientes sobre las bandas jóvenes en Costa Rica, pero The Great Wilderness es de las pocas que logran comunicar un gran sentido de “historia musical” en su trabajo, donde si bien uno puede ubicar su sonido en el contexto contemporáneo, a la vez logra brillar un conocimiento pleno de lo que ha sucedido antes. Esto es aparente en el Tiny Monsters desde sus primeros segundos, donde texturas súper evocativas a los trabajos ambient de Brian Eno crean el espacio donde se desarrollará On Smoke, canción que abre el disco. Si bien uno puede atribuir esos sonidos a la influencia que Eno ha tenido sobre otras bandas que informan a la banda, como los Stone Roses o My Bloody Valentine, con solo escuchar las estructuras de las canciones (y del disco mismo) uno puede notar que la presencia del trabajo de Eno es significativa, sobretodo su trabajo en Berlín con David Bowie (otro ingrediente más en el mortero).

On Smoke abre el disco con siniestra intensidad y amenaza, y lentamente va cumpliendo su promesa de violencia abriéndose como una flor sónica de arreglos y distorsión. Si uno ha tenido la suerte de ver la pieza en vivo notará como es de las claras favoritas de la banda, la ejecución y ubicación en el disco haciendo patente ese amor. Sin pausa alguna arranca Nicholas Cage, lo más cercano a un single que tiene el Tiny Monsters, una maravillosa confección de pop ruidoso reclama lo inútil de agarrarse de la fe para disipar el temor a la muerte, mientras la impecable sección rítmica de Andrea San Gil y Monserrat Vargas mantiene un groove casi bailable pero indiscutiblemente oscuro. Se cierra esta primera mitad del disco con Light Us Green, talvez única canción de The Great Wilderness que me recuerda a Lolita Piñata, banda previa de mitad de las integrantes, con sus vocales casi gruñidas y tono pasivo-agresivo.

La segunda mitad del disco está caracterizada por una fragilidad casi dolorosa, partiendo con la conversación de las guitarras de Paola Rogue y Jimena Torres en When in June, arreglos que justifican mi respuesta ante la pregunta: ¿quienes son mis guitarristas favoritas en este momento? Muchas veces el amor no nace meramente ante la destreza si no ante el buen gusto y la disciplina. Una canción como When In June sólo es posible cuando se sabe cuando frenar y cuando dejar espacio para que las cosas respiren, lo cual es casi irónico cuando la letra habla de amor incondicional y feliz entrega. Usada para abrir los conciertos de la banda, no hago ningún intento por ocultar mi entusiasmo por ella, talvez mi favorita de todas las canciones del 2010. Polyethylene Beauty Lotion nos sirve como un puente breve de musique concrète entre una y otra, y arranca Barcelona. Si bien empieza tímida y sutil con voces casi susurradas, Barcelona lentamente se va convirtiendo en un monstruo de guitarras alarmantes y baterías intimidantes, que crea un huracán de bulla y emoción que termina por abandonar todo tipo de pretensión de estructura tradicional y confiesa sus perversas intenciones enclaustrantes y angustiosas. Un cierre atrevido para un disco ambicioso e inesperado.

El equipo de producción de este disco hace una diferencia importante. Las Wilderness han depositado su fe por segunda vez en las manos de Daniel Ortuño (Señorita Maestra, Alta Costura), joven talento que empieza a acumular un atractivo curriculum de grabaciones para pequeñas bandas locales, y en Ronald Bustamente (Visión Armónica del Caos), veterano partícipe de la escena musical nacional y piedra angular del colectivo Nois Nois. Su manejo casi virtuoso del ruido y las texturas logran dar el resultado que la banda requiere para poder comunicar la versatilidad de su sonido y sus intenciones a nivel de composición, a pesar de las limitaciones de su equipo. Acompañados en este round por Alejandro Imbach (Seka, Continental), logran comprobar que la confianza que la banda les sigue dando está fundamentada, y que su decisión de no utilizar los estudios grandes de grabación de nuestro país ha sido la acertada.

The Great Wilderness se encuentran en una de las rachas de conciertos más impresionantes que me ha tocado ver en 15 años que llevo en la escena nacional, donde cada show convierte a nuevos fans, y donde repetidamente se escuchan comentarios de sorpresa. Aparte de esto, están tomando un camino poco tradicional para lograr sus ambiciosas metas, y parecen estar dispuestas a hacer cosas como sacar dos discos en un año, mantener un contacto constante y directo con sus seguidores, usar equipos de producción no tradicionales para sus discos, o tocar tres o cuatro veces al mes. Al paso que van el 2011 podría probar ser su año. Este disco es un perfecto punto de partida y de acercamiento a una banda que va a dar mucho que hablar en los meses venideros. Puede perfectamente que no sea lo suyo, pero en caso de que lo sea, hágase el favor de darles el chance porque bandas así no son algo común.

Publicado originalmente en 89decibeles.com. Pueden bajar los discos gratis en Bandcamp. Este es el site oficial de la banda, por si quiere estar al tanto de conciertos y otro tipo de eventos.