Siempre hay intentos de cosas. Historias comenzadas que no se terminan. Espacios a medio ocupar. Mi mejor amiga dice que nunca entendió por qué la gente celebró su boda, que ella encuentra mil veces más relevante el celebrar los aniversarios. La constancia: motivo de fiesta.
En San José tenemos bares que agrupan a las diferentes tribus que forman el tejido de nuestra capital, convertida en punto de tránsito entre trabajo y hogar. Más allá de espacios de convivencia, estos lugares son ejes, alrededor de ellos están girando, desarrollándose y desprendiéndose ideas.
Al rematar el siglo XX llegó nuestro país César Luna de Lima, Perú. Dicen que se dedicaba a la importación de telas y estaba acá jugándose la vida adulta después de graduarse en negocios y ser parte de la movida alternativa limeña. Al llegar a San José se topa con unos góticos punkis en la Plaza de la Cultura -una de las pandillas más huérfanas de la contracultura costarricense- y les conversa. Ellos hablaban un lenguaje que él entendía y ocupaba para sobrevivir.
Lo que no entendía era la falta de articulación de la escena. En ese momento el movimiento alternativo llevaba años errante y desprovisto de centro. Intentos pasados de anclarlo -como el Café de los Artistas, la primera Maga, el Ventanas de Kelso, el Cheers de la española- no llegaron a puerto seguro, perdiéndose en tempestades fiscales, legales y químicas.
César empezó organizando conciertos para Umbral -la germinal banda gótica costarricense- y promoviendo "fiestas alternativas" en distintos bares de la capital, como el Yos, Risas y Bahamas. Tuvo un nivel inesperado de éxito y cada mes unía a los elementos dispersos de la escena alternativa, new wave, gótica y punk. No fue el primero en hacerlo, ni lo hizo sólo, pero lo hizo con rigurosidad doctrinaria. Fuera de esa burbuja eran los tiempos del nu-metal, del ska maratónico, el trance y el roots.
César Luna en Lima, Perú. |
Con el tiempo César varió su estrategia y su carga de trabajo. Los fines de semana le prestaban una bodega en el Bar Bahamas para poner discos entre amigos y vender unas cervezas. Este espacio -que alguna vez fue el garaje de la casona- se convirtió en Area City cuando se decidió abrir las puertas al público general. Para eso llenó San José de afiches en junio del 2002, anunciando sesiones musicales dedicadas a The Cure, Radiohead, Placebo, Pixies, Blur, Suede, Pulp…
Paradas de buses y postes de luz empapelados con fotocopias blanco-y-negro con un logo futurista en una esquina. Con mercadeo de guerrilla nos llevaron al Área, llenos de curiosidad y algo de ilusión. Conocimos gente nueva, re-animamos viejas amistades y más importante: descubrimos música. Más allá de los himnos en su playlist -Send Me An Angel, Closer, Fade To Grey-, el lugar siempre nos dio sonidos frescos, con un ojo puesto en la vanguardia. César determinó desde el primer día el sonido que iba a tener este refugio de contra-cultura y disidencia y ha luchado contra viento y marea para establecer y proteger esta identidad. La música se encarga de seleccionar al público y los lazos florecen por sí solos.
Entonces Área creció. Dos expansiones ambiciosas lo pusieron en el mapa de la vida nocturna capitalina y le dieron la capacidad de ser próspero y sostenible. César creció con nuevas empresas sin descuidar su primer amor, siempre cultivando un staff dedicado y fiel. Nosotros crecimos, conseguimos mejores trabajos, enterramos gente amada (Juan, Rodri, Mikey) y empezamos nuevos proyectos.¿Lo más importante? la escena también creció.
En Área vimos desfilar piezas claves que luego serían protagonistas en nuestra pequeña movida urbana: los fundadores del Steinvorth, del Hoxton, DNCFLR, Jalamelule, la generación indie de Sí San José, la escena plancha del 13... los vimos soñando en Área en algún momento, haciendo planes, conectando mientras fumaban un cigarrillo en la acera, entendiendo la importancia del lugar, la importancia de tener un espacio para reunir a la gente rara y hacerlos familia, tratando de emular y mejorar la fórmula en otro lado.
Hay intentos y hay logros. Sostenido y curado con un oído agudo y discriminante por su fundador y sus colaboradores más cercanos, Area City es un monumento a la consistencia, a la constancia y a la lealtad. El lugar donde nuestra escena finalmente aprendió la lección definitiva para levantarse y auto-gestionarse e ingresar en el mundo adulto con pasos de animal grande.
1 comentario:
que chiva!! Muy rica la manera en que le pones palabras y valor a las conexiones de la gente.
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