lunes, 29 de junio de 2015
Perra Pop Presenta: Glaciar
24 de Octubre del 2014. La primera vez que supe de Glaciar fue en la publicidad para el 4to Folk Collective, en Amon Solar. Fue la primera vez que Folk sería un Jueves y en el salón principal, señal de su creciente importancia en la escena. Muchos fuimos para el debut de Aifon, que encabezaba el veterano Gustavo Quirós, finalmente tocando sus canciones que trabajó durante años.
Al bajarse Aifon del escenario, se subieron estos chiquillos todos profesionales y ordenados: Glaciar. Tal vez por Folk Collective llamarse como se llama anticipé una banda de folk, probablemente tocando en inglés, o algo con las influencias usuales, tratando de sonar angustiado y controversial. A veces uno está escéptico ante una banda nueva por motivos que desconoce. Iba de salida y me topé a la mamá de Alejandro -uno de mis mejores amigos de infancia- cerca de la entrada del bar justo cuando Glaciar arrancó. Teníamos más de 15 años de no vernos después de casi crecer en su casa. Fue maravilloso.
Gracias a ese pequeño milagro logré ser capturado por la música de Glaciar.
En medio de tanta bulla, de tanta prensa, de tantas fotos, de tanta música disponible... es fácil perderse. En el mainstream rockero costarricense, aparte de la tradición arraigada del progresivo y del rock setentero -que nunca se logra dejar ir del todo y hasta vive en sonidos revival setenteros como el grunge-, existe una tradición aun más longeva de pop en Costa Rica. De pop tallado y bien escrito. Glaciar toma esa bandera y la lleva hacia adelante con paso firme y seguro.
El sonido de Glaciar se consolidó después de un largo período de gestación. Al principio estaba Arío con su guitarra y muchas ganas de componer. Fue baterista varios años de una banda llamada Azur, pero iniciaba un proceso interno que eventualmente le dejaría claro su necesidad de componer melodías y cantar. La llegada de la imperativa creadora. Azur se separa y le deja el camino libre.
Tenía dieciséis años. Se puso a trabajar en su propio material mientras exorcizaba sus influencias, depurando su sonido a algo que sonara menos como las cosas que amaba y más como él mismo. Una de las cosas que encuentro sobresaliente era que mucha de la música que lo inspira viene de la riquísima tradición pop costarricense, artistas como Gandhi, Evolución, Ale Fdz, 424. Al final del proceso de dos años tiene un puñado de canciones que encuentra viables y busca un lugar para grabarlas.
Multi-instrumentista, logra conseguir un espacio en el estudio de Ale Fdz y graba lo que sería su primer EP. Esto lo impulsa a armar una banda para poder tocarlo en vivo. Luego de varios retoques y ajustes a la alineación logra concretar la combinación ideal: Arío Rojas (Azur, Kerosene, Årío) en vocales y guitarra, Daniel Chaves (The Warhola Girls, Carlos Vargas, Tíbet) en guitarra y coros, Esteban Fuentes (D’tour, Frances Farmer, Limerence) en el bajo y Manuel Carazo (D’tour, Sasha Campbell, Tríptico) en la batería. Luego del debut, con el sonido de la banda ya consolidado en un sonido propio y depurado, entran al estudio de Ale Fdz de nuevo al finalizar el 2014.
Meses después de su debut en Folk Collective me encontré preguntándome por Glaciar. Algo me había tocado de esa presentación única que presencié en Amón Solar hacía tanto ¿Había sido solo lo enormemente emotivo de toparme a la mamá de Alejandro? Una tarde estuve buscando algo de música de la banda para verificar mi corazonada. En efecto eran buenísimos, pero había muy poco disponible. Por pura insistencia logré llegar hasta el Soundcloud de Arío (donde firma como "Årío") y me topé con una de las canciones más hermosas que había escuchado en mucho tiempo. En Sus Partes Más Profundas, una balada sencilla que duraba poco menos de cuatro minutos que resumía todo lo que estaba bien dentro de la composición de Arío y lo que hace con su banda... un trabajo disciplinado, limpio, que sabe cuando detenerse y no sobrecargar las armonías con barroquismos ni distracciones. Una joya.
Inmediatamente revisé redes sociales para ver cuando volvían a tocar y para mi sorpresa descubrí que la banda se encontraba en un período de actividad limitada. Aparte de estar terminando su siguiente disco, estaban navegando la ausencia de Arío, que está estudiando producción musical fuera del país (¡está estudiando música! ¡esto va para largo!). Cada vez que pueden tocar, lo hacen, pero cuesta mucho coordinar para que estén todos en Costa Rica al mismo tiempo. Justo cuando voy a perder la esperanza, sale Cristalino, el primer sencillo de Valles Temporales, su siguiente disco. Al parecer es una favorita de Ale Fdz que al escuchar la maqueta empujó para que se le diera prioridad. Cristalino logra atrapar el sonido de un Glaciar mucho más armado como banda, más alejado de sus raíces como proyecto solista.
Desconozco cuanto tiempo irá a pasar Glaciar con la velocidad reducida, pero espero que no dejen pasar lo que tienen, esa química que cuesta tanto conseguir. La escena rockera independiente tiene muchas bandas buenas que ocupan espacio valioso y a veces se vuelve complicado para las propuestas nuevas encontrar campo, sobre todo si lo que están proponiendo no pertenece a un nicho específico, si no que aspira a los escenarios amplios del pop. Independientemente de lo que suceda con la banda, estoy seguro que vamos a escuchar muchísimo de ellos en el futuro... porque Glaciar es una semilla de algo. Tal vez Glaciar la novel banda pequeña es la semilla de Glaciar la gran banda popular, o tal vez sea el punto de partida de otras grandes bandas que conoceremos en el futuro -es difícil saber cuando se trata de artistas tan jóvenes-, pero ellos tienen algo que no es fácil de encontrar ni de desarrollar.
Estén atentos a Glaciar. Estén atentos a lo que hagan Arío, Daniel, Esteban y Manuel con sus carreras. En unos años este artículo se leerá como una fotografía borrosa de la juventud de cuatro artistas increíblemente talentosos.
Glaciar - Glaciar (2014)
Glaciar - Cristalino (sencillo) (2015)
Glaciar - Valles Temporales (2015)
Glaciar en Bandcamp.
Glaciar en Soundcloud.
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jueves, 25 de junio de 2015
Perra Pop Presenta: Capitán Rooster
Descrita hace unos meses por Noisey como "la banda más marginal de Costa Rica", Capitán Rooster es una banda que destaca al caminar sola por la escena musical costarricense. Esto no es necesariamente algo bueno ni malo, solamente algo que nos dice mucho del tipo de sonido que tienen y el tipo de ambiciones que anidan en sus corazones solitarios.
En Costa Rica dentro del rock alternativo hay diferentes fórmulas que automáticamente te garantizan por lo menos un contexto para tocar, un grupo de bandas hermanas donde podés calzar y compartir escenarios. Si sos una banda con influencias de progresivo o con un guitarrista virtuoso, eso calza dentro de cierto mercado específico que tiene mucha demanda para esos sonidos. Si tenés un grupo que carga influencias fuertes de grunge y alternativo noventero, pues eso calza en otra categoría que también tiene un público animado y entusiasta. Por otro lado, la escena tiene una movida indie -indie como estética y no como ética- bastante saludable y en demanda internacionalmente, con grupos con composiciones sofisticadas y sonidos pulidos. En años recientes también se consolidó un grupo de bandas con ritmos bailables -desde el garaje hasta el dance-punk- que logran que el público sude y brinque (¡amén!). Si estás fuera de todas estas áreas, estás enfrentando una lucha cuesta arriba por encontrar un espacio para poder echar raíces y crecer.
Capitán Rooster es una banda que la tiene difícil desde que fue fundada en el 2012. Su sonido no se conforma a ninguna de las expectativas de la movida actual. Carga muchísimo blues, pero no es purista si no más bien moderna. Rocanrolera sin ser retro. Puede ser rápida y contundente, pero no lo suficiente como para que los metaleros y los punks los reclamen como propia. Es abrasiva. Es inteligente. Es creativa. Pero no es bailable, ni encasillable... es esencialmente incómoda y leal a solamente sí misma.
La banda está conformada por Daniel Fernandez (Blues Devils, The Marshalls) en la guitarra y voz, Franco Guido (OZ.) en la batería y Rafael Guido en el bajo o en la segunda guitarra, según amerite la ocasión. Todos han tocado en diferentes bandas anteriormente -Rafa ha tocado hasta en bandas cuyo género musical no disfrutaba, pero ocupaba estar tocando o si no le iba a estallar el corazón-, pero hasta ahora es que han encontrado esa química ideal que permite crear lo que el corazón dicta. Es gente que tiene claro no puede evitar lo que hace, que este es su destino.
Sus influencias son varias y a veces parecen disímiles o irreconciliables entre sí. Daniel es un bluesero empedernido que ha descubierto el poder de la distorsión (¡Howlin' Wolf aprobaría y estaría orgulloso!). Franco es claramente más moderno y ha compartido proyectos con muchísimos músicos de la escena alternativa que luego tuvieron grupos exitosos -algunos: Lolita Piñata, 424, Patterns, Saturno Devorando...- sin aflojar nunca, siempre buscando su combinación ideal. Rafa en cambio es un duro del rock clásico, que puede oscilar entre progresivo setentero y el thrash noventero sin parpadear, y que fue baterista durante toda su vida musical hasta que entró a Capitán Rooster.
Esto, por supuesto, convierte el proceso creativo en toda una aventura, basado en el mantener el entusiasmo y cumplir con las exigencias de tres personalidades fuertes y críticas.
Una de las cosas que encuentro más sobresaliente sobre Capitán Rooster es que tienen bastante asumido que ante la ausencia de una escena que esté diseñada para promover y sostener un sonido como el suyo, van a tener que trabajar más duro. No pierden el tiempo haciéndose los difíciles, buscan espacios para tocar de forma diligente y disciplinada -en su primer año como banda tocaron TODOS los meses en Bahamas, su bar favorito-, escuchan atentamente a todas las bandas locales que pueden para ir observando el crecimiento musical de la escena, hacen conversación con cualquier persona que les cause curiosidad o fascinación, sin pena ni falsos orgullos.
Lo interesante de este intenso proceso de promoción, observación y aprendizaje, es por un lado cuanto parecen disfrutar la experiencia y, además, que tan poco influye eso sobre el sonido que quieren tener; todas las lecciones parecen estar dirigidas a como hacer mejor lo que quieren hacer, reducir ese espacio entre la cabeza y los amplis. Capitán Rooster tiene una identidad muy definida, clara, precisa y aunque quieren alcanzar todo el público posible, quieren llegar hasta él para mostrarles lo que hacen, no solamente para sumar adeptos de forma mecánica. Han aceptado su lugar incómodo y poco ventajoso en la escena local, pero no lo resienten. No van a tocar algo que no los enamore solo para tener más gente en un concierto. Hay demasiados sacrificios involucrados en montar una banda para hacerlo para el disfrute ajeno.
El manejo de frustraciones es algo importante en la vida en general, pero para sobrevivir el mundo del rock costarricense es indispensable. Parecen tener esto claro y bajo control. No se atrapan a si mismos hablando sobre giras al exterior o soñando con estadios llenos, lo suyo es una cuestión de contacto inmediato y cercano. Es poder ejecutar lo que hacen en frente de personas que pueden entenderlo y apreciarlo, dejar que se construya ese puente y que los lleve hasta donde los lleve. No se quejan, proponen. Su principal orgullo no es la taquilla al final de la noche, si no como sonaron, que experiencia crearon, que cosas compartieron.
Su nombre refleja la identidad mutable del grupo y su caudal de influencias. Mejor asumirse mestizo y mixto de entrada, en spanglish. Aparentemente la banda tiene una fascinación inexplicable por los pollos, y el padre de los Guido es capitán de barcos -lo cual hay que admitir: suena fascinante-. Su primer disco se llama Tricopilia. Su local de ensayo es el taller de radiadores fundado por el padre de Daniel hace 33 años en Barrio México. Los artes de sus discos y de su presencia web son limpios y de estética sofisticada. Todos estos aspectos chocan entre sí, pero van pintando una identidad deliberada donde se cruzan un orgullo de sus raíces con un esmero intenso y una intención de perfección en su trabajo -son el tipo de banda que prefiere tocar con su propio backline para sonar justamente como quieren-. Esencialmente son la Costa Rica capitalina moderna, contaminada gloriosamente por el Primer Mundo y totalmente desafiante en su arraigo y amor por sus historias y tradiciones del Tercero. No hay pena ni ironía ni cinismos, solo una transparencia y una sinceridad refrescante.
Capitán Rooster - Veintidós (sencillo) (2013)
Capitán Rooster - Tricopilia (2015)
Capitán Rooster en Bandcamp.
martes, 23 de junio de 2015
Perra Pop Presenta: Timber of Trees
Timber of Trees es Milo Bekins (Whitegirl) en la guitarra y voz principal, Jimena Torres (Las Robertas, Los Waldners, The Great Wilderness) en guitarra y coros, Fede Salas (Niño Koi, Ave Negra, Orquídea) en el bajo y Héctor Herrera (Blame The Observer, The King Of) en la batería. El pedigrí de esta banda capitalina es asombroso, pero más asombroso fue su debut: el 9 de Julio del 2014 en el Sótano de Amón Solar apareció Timber of Trees en el primer evento de Folk Collective. Aun es temprano para saber que tan profunda será la huella que dejará Timber en la escena local, pero lo que no tiene discusión es la huella que ha dejado Folk Collective a menos de un año de su llegada. Separar los dos proyectos es complicado, dado que no existirían el uno sin el otro: Folk Collective fue creado para que Timber of Trees lograra tener una ventana para exponer su trabajo y Timber of Trees alcanzaría su popularidad de la mano de los eventos de Folk Collective. Hay una correlación inmediata entre uno y otro... y con la generación de músicos que Folk Collective puso en el mapa, y ahí donde quiero centrar mi atención: las escenas que crecen orgánicamente alrededor de un espacio.
Entre 1994 y 1995 existió Nikos. Quedaba en San Rafael de Escazú. La gente llegaba por los conciertos y luego se iba a la tienda de la gasolinera Shell a comprar cervezas y tomárselas en la acera. En ese momento Nikos era el único lugar donde el dueño siempre apoyaba y compartía las ganancias del chivo con los músicos. La Muni de Escazú se esforzó en lograr el cierre del lugar, con constantes visitas y lo que sólo podría describirse hoy en día como acoso. El "rock no era para Escazú, sólo pachucos y malos ejemplos" le dijo una señora emperifollada -muy involucrada con la Municipalidad- al dueño del establecimiento.
Sin importar su eventual cierre, en el tiempo que estuvo abierto Nikos logró impulsar y unir a una generación maravillosa de bandas que serían un capítulo importante del rock nacional: El Parque, Gandhi, Amplexus (luego Evolución), La Nueva P, Índigo, Bruno Porter. Trasladarían su actividad a otros espacios más cerca del centro después del cierre, y serían las protagonistas de los primeros Rock Fest. Por un breve instante serían conocidas como "la bandas de Nikos", lo cual hace que mucha gente que estuvo ahí las recuerde como "la Generación Nikos" años después, dándoles un contexto y un marco de referencia.
Con el pasar de los años la mayoría de las bandas fue desapareciendo, algunas son recordadas con mucho cariño y afecto. Por otro lado, mucho rockero escazuceño en sus treintas y cuarentas especula que si la Muni no hubiese cerrado Nikos, tal vez Escazú hubiese podido desarrollar y sostener una cultura rockera propia en vez de solo tener breves destellos cada cierta cantidad de años, pero son especulaciones. Lo que si podemos decir con certeza es que las "generaciones musicales" dependen de condiciones favorables que permitan la creación de escenarios para las bandas. Si no hay escenarios, no hay nada alrededor de lo cual pueda orbitar el surgimiento de una cultura. Una "movida" necesita convocar con regularidad y compartir experiencias que marquen a las vidas de sus componentes.
Durante el 2003 si usted quería ser tomado en cuenta por las estaciones de radio, los websites dedicados al rock (¡una novedad!), los periódicos, las revistas impresas y las otras bandas que aspiraban al mainstream, usted tenía que tocar en El Cuartel. Así de sencillo. Por suerte el Cuartel ofrecía un "paquete" relativamente accesible para que las bandas organizaran eventos ahí, que incluía el alquiler de un sonido y un sonidista relativamente competente. De esa forma muchas bandas que aspiraban en ese momento a ser los siguientes Gandhi o Evolución -y que no calzaban estrictamente con la estética nu-metal que dominó el mercado musical esos años- lograron dejar una huella en todos los medios de difusión y se convirtieron en los referentes de una generación de rock alternativo: Nada, ESimple, Sintagma, Elemento y Cabuya fueron de las más destacadas. El Cuartel no era el único lugar donde tocaban -nunca hay tal cosa como un lugar único- pero si era el espacio más frecuente y alrededor del cual los músicos se daban cita más a menudo.
La mayoría tuvo canciones sonando en la radio, portadas en la revista Viva de la Nación, cobertura extensa y dedicada de sitios como La Escapatoria y 89db, hasta notas en Siete Estrellas; sin embargo esta atención no se tradujo nunca en ventas masivas, como tampoco lo hizo la inversión que la mayoría hizo en grabaciones ambiciosas de su material, el correspondiente tiraje formal de discos y su colocación en las tiendas más importantes del país. El modelo había cambiado sin avisar. La Generación del Cuartel fue la última generación en creer en cierto tipo específico de éxito, basados en las expectativas inalcanzables alimentadas por las generaciones inmediatamente anteriores, que vivían de los sueños prometidos por MTV Latino durante los noventa. Esta generación se dio cuenta -a un alto costo- que a diferencia generaciones pasadas: las disqueras nunca iban a llegar, los medios nunca iban a crear el tipo de momentum que buscaban, la inversión agresiva de capital nunca sería proporcional al éxito alcanzado.
En esa misma época, a unas cuadras de distancia, se forjaba otra movida, la del Yos. El Yos fue un escenario indispensable de la movida punk unos años antes, donde bandas como Solocarne se consagraron. Ahora una generación distinta, con influencias bastante lejanas del punk, estaba creando música cuya estética tenía raíces en la escena de música electrónica y los raves de finales de los 90, a pesar de que la mayoría de su instrumentación y estructura seguía siendo bastante tradicional. Exnobia, Sénsor, Parque en el Espacio y Úztari son de las recordadas con mayor afecto.
Al igual que la generación de Nikos, algunas de estas bandas sobreviven las adversidades y evolucionan... otras tienen menos suerte y no logran sortear los obstáculos naturales a los que se enfrenta una banda (frustración, profesionalización, recursos). Algunas que sobreviven la escena donde nacen son parte indispensable del nacimiento de una escena siguiente. Tal vez sea importante señalar que estas "escenas" no eran las únicas de cada momento, de cada instante en nuestra historia compartida, pero las menciono como ejemplos concretos de como las generaciones de bandas se van anclando alrededor de espacios específicos, y como aunque su sonido no sea idéntico, si hay una serie de coincidencias en las aspiraciones que tienen y en su visión de mundo. Paralelo a estas dos escenas estaba la movida de Vieja Escuela, por ejemplo, que si bien no era un espacio físico era un ente organizativo que creaba espacios para bandas como Seka, Xpunkha y UFO, que compartían muchas afinidades políticas, éticas y estéticas.
Otra detalle importante es como uno puede ver desde una generación que va en declive, como a lo lejos va surgiendo otra, como se va formando el relevo. De esa forma, al vivir el ocaso de la generación de bandas del Cuartel y del Yos, vimos la llegada de la generación que se consolidó alrededor de Teatro Sala de la Calle 15 en el 2006: Los Acetatos, Los Cuchillos, Continental, SensorPoper, Alta Costura. Todas estas bandas alguna vez tocaron en espacios como el Cuartel de la misma forma que muchas de las bandas del Cuartel tocaron en Calle 15, y algunas tocaron regularmente antes del 2006. Lo interesante es ver como se va generando una identidad generacional con muchísimos elementos que no son musicales ni de edad, si no marcados por las metas, la sensibilidad y la política. De esta misma forma podemos apreciar como hay escenas claves que sirven como antesala al surgimiento de algo más grande después. Calle 15 no parió bandas masivas ni fue un fenómeno mediático como lo fueron las generaciones de Nikos o el Cuartel respectivamente, pero fue la semilla de donde germinaron las bandas del Lobo Estepario del 2010, que ha sido la generación más importante en años recientes.
Entre el 2009 y el 2010 el Bar El Lobo Estepario le abrió las puertas a Genfin Jiménez para que organizara y promoviera conciertos de rock alternativo los fines de semana. Durante año y medio desfilaron las bandas más talentosas y hambrientas del momento, en su mayoría conformadas por artistas jóvenes con una visión distinta a las generaciones inmediatamente anteriores. Niño Koi, Zópilot!, The Great Wilderness, Las Robertas y Monte fueron las bandas emblemas del movimiento, -también conocido como la Generación Sí San José por el sampler que grabaron juntos- que compartían una disciplina implacable que les permitía tocar seguido, auto-financiarse y no esperar ningún tipo de ayuda fuera de su comunidad, pero que no sonaban para nada parecido.
Durante los años siguientes las bandas de esa generación dominaron la prensa y la crítica, y los espacios que se fueron abriendo luego del final del ciclo el Lobo. Su impulso logró consolidar una presencia dentro y fuera del país, con muchísimos blogs internacionales volviendo los ojos hacia Costa Rica. Los últimos años se han mantenido con la inercia de este gran estallido, con un puñado de bandas pertenecientes a la misma época, o al mismo arsenal de músicos, uniéndose a la movida y abanderándose de muchos de sus principios éticos de auto-gestión: Colornoise, Florian Droids, Los Waldners, Ave Negra.
Con el paso de los años nos tocó ver a algunas de las bandas reducir su actividad y presencia en los escenarios (Florian Droids, Zópilot) o simplemente desaparecer por completo sin siquiera despedirse (Niño Koi, The Great Wilderness). Al ver como una generación numerosa se iba reduciendo -como pasa naturalmente- a un grupo selecto de sobrevivientes inquietos, nos enfrentamos a la pregunta de siempre: ¿ahora qué? ¿de dónde vendrá la siguiente generación importante de músicos alternativos? ¿cuales espacios se abrirán para que las nuevas generaciones puedan hacer lo suyo? ¿no nos toca ya el relevo generacional? Tuve esta charla con Daniel Ortuño hace más de un año y por pura coincidencia apareció la respuesta un poco después.
Hace más de un año, en Junio del 2014, Milo Bekins organizó su primer Folk Collective en el Sótano de Amón Solar ante un público pequeño y entusiasta. Tres meses después, para la cuarta cita, habían trasladado su evento al primer piso y su fecha había pasado de Miércoles a Jueves por la cantidad de público que estaba convocando. Siete meses después Folk Collective sería parte integral del Festival Internacional Epicentro. Nueve meses después recibía un espacio mensual en un lugar mucho más grande: el Steinvorth. Milo se había enfrentado al problema al cual se enfrentan todos los músicos jóvenes en algún momento: no hay donde tocar y las bandas consolidadas tienden a preferir tocar con las bandas con las que surgieron durante los malos años ¿qué hacer? Milo hizo lo que todos los artistas exitosos logran descubrir en momentos claves de su carrera: crear un espacio propio para tocar con otros artistas que tampoco logran encontrar un espacio. Tal vez de forma deliberada, tal vez de forma accidental, Milo logró convertirse en el centro de un fenómeno que aún no para de crecer ni ha alcanzado aún su formato definitivo. Su ojo infalible para escoger colaboradores musicales (¡Fede Koi! ¡Jime Wilderness!) ha funcionado para escoger a su equipo de socios para Folk Collective (¡Fede Koi! ¡Kevin León! ¡El Steinvorth!), lo cual promete grandes cosas.
Folk Collective nació como suelen nacer las grandes generaciones: un grupo de artistas ocupaba un espacio para compartir. Con su folk denso y asfixiante, Timber of Trees se convirtió en la vanguardia de una nueva generación de bandas que poco a poco va creciendo y ocupando espacios: Rex Begonia, Papaya Head, vicepresidente, Aifon, Glaciar, Dios Desde La Máquina, George Best, Emma Brott. Es temprano para saber como acaba esto, pero es una maravilla verlo suceder ante nuestros ojos ¿quienes serán los grandes innovadores? ¿cómo evolucionarán los sonidos de esta generación? ¿a quienes recordaremos como las grandes bandas de estos años?
Timber of Trees - Live at Folk Collective (2014)
Timber of Trees en Bandcamp.
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jueves, 18 de junio de 2015
Perra Pop Presenta: Camelolloide
A pesar de crecer en Heredia y vivir gran parte de mi vida en San José, siempre he sentido una conexión muy fuerte hacia los pueblos de Occidente. Mi bisabuelo José Gamboa -abuelo paterno de mi madre- nació en San Ramón en el seno de una familia de educadoras y partió a trabajar en la Mina de los Tres Hermanos en Abangares para luego asentarse en Heredia con sus hermanas maestras y construir su fosforera. Mi abuelo paterno Jesús León nació en Atenas y se fue a San José a dedicarse a la nueva industria de la reparación de automóviles a principios del Siglo XX. Las vacaciones escolares de mi padre están repletos de imágenes de los campos fértiles de Atenas, y de niño me llevó a visitar para contarme sobre sus veranos. Cada vez que podía me presentaba a algún pariente longevo que me ilustraba estas historias de un niño pelirrojo que llegaba con los vientos alisios.
En 1913 la Municipalidad de San Ramón impulsó ante el Congreso un proyecto que pretendía formar una provincia con su territorio y el de los cantones de Palmares, Naranjo y algunas áreas que ahora pertenecen a San Carlos. Hubo protestas de muchos sectores y se quiso convocar a un plebiscito para que el pueblo soberano decidiera. Finalmente el plan fue desechado, pero quedó constancia de que esta población se sentía merecedora de autonomía, que querían soberanía para resolver sus propios problemas con sus propios presupuestos y de que le sobraba iniciativa para exigir cambios ante el poder centralizado de la capital y las cabeceras de las cuatro provincias del Valle Central.
En 1918, durante la dictadura de los Tinoco, San Ramón, Naranjo y Palmares fueron de los escasos pueblos en alzarse en armas y rechazar categóricamente el Gobierno ilegítimo que había sido impuesto en elecciones postizas mono-partidistas después del Golpe de Estado. Pagaron un precio alto por su insurrección, pero inspiraron a los rebeldes y atizaron el fuego del rechazo popular en San José, que crearía una situación tan volátil en la capital que obligaría a Tinoco a dejar el poder y huir del país.
En 1948 se ubicó el Frente Norte del Ejército de Liberación Nacional en Occidente. Ese sería el segundo frente de los revolucionarios durante la Guerra Civil. Inspirados, entre otras cosas, por el asesinato del Dr. Carlos Luis Valverde Vega en manos de sicarios patrocinados por el Estado, el levantamiento se hizo en busca de justicia y un proceso electoral transparente. Actualmente el cantón donde se encuentra Sarchí lleva el nombre del buen doctor.
En el 2012, ante la decisión del Gobierno de concesionar la esencial autopista a San Ramón a una empresa extranjera con un alto costo económico y de soberanía para los pueblos de la región, Occidente se levantó con una sola voz y de forma pacífica, coordinada y unida exigió un cambio de dirección y logró sentar un precedente histórico en la forma en la que se puede desarrollar la obra pública en nuestro país.
Nunca subestimen a los pueblos de Occidente. Es gente que logra cosas y suelen estar adelantados a la curva.
En Costa Rica siempre hemos tenido destacados músicos de todas partes del país, y en específico hemos tenido músicos increíbles de rock que originaron en Occidente, como los legendarios Hermanos Vargas. A pesar de esto, se enfoca toda la atención en la Gran Area Metropolitana (¡ni siquiera en todo el Valle Central!), con particular obsesión con el centro de San José. Si las bandas quieren lograr algo de atención de los medios nacionales, tienen que hacer el peregrinaje hacia el centro. Esa fue la historia de Seka (Turrialba), Exnobia (Zarcero), Demorama (Puntarenas) y de iO (Grecia), por mencionar algunas bandas de los últimos veinte años.
¿Qué es lo que frena el crecimiento libre y saludable de las escenas de rock fuera de la GAM? Podemos teorizar que la densidad de la población juega un rol determinante en poder desarrollar y sostener una escena musical. Si tenés suficiente gente, entonces tenés más chance de que alguien encuentre tu trabajo como algo interesante y digno de apoyar. Por otro lado, no podemos ignorar que esta densidad poblacional afecta directamente el interés del Estado en invertir y promover a los músicos locales. Si no hay suficientes electores en un evento, es tirar la plata por la ventana. Por eso los FIA son tan efectivos como instrumentos políticos: podés regalarle una experiencia positiva a muchísima gente con una inversión modesta y luego usar esto como palanca para que voten de nuevo por vos. Por eso Enamorate De Tu Ciudad se hace con fondos estatales y no municipales... y la ciudad de la que están hablando es estrictamente San José. No Liberia. No San Ramón. No Limón. San José, con su millón y pico de habitantes. El resto que se joda.
En contraste al abandono que sufren las regiones lejanas a San José, tienen de los públicos más entusiastas y genuinamente interesados en el arte que he conocido. Me acuerdo la primera vez que participé en un concierto de rock alternativo fuera de la GAM -en el 2004 con ESimple, Cabuya y Sintagma en San Marcos de Tarrazú- y fue iluminante. La gente era curiosa y cálida. Participaban de lleno en los eventos, se dejaban conmover por la música y no tenían distancias irónicas hacia las cosas que disfrutaban. Eran transparentes, honestos y hacían que cualquier espacio se sintiera íntimo y personal. Acostumbrado a la frialdad de los conciertos josefinos y a la torpe de necesidad de vernos cool y cínicos que mostramos como público -"ay, que pena pararse frente a la tarima ¡zafo!"-, esto fue realmente aleccionador. Me di cuenta que estábamos haciendo todo mal y que había mucho que aprender lejos de la capital.
Hace mucho tiempo en Occidente dejaron de joderse la vida esperando que alguien llegara a salvarlos o a notarlos. Ya hace más de diez años bandas como Exnobia -de mis bandas favoritas de la vida y creo que de las mejores bandas que ha tenido Costa Rica- dejaron muy claro que sus pueblos son terrenos fértiles para el desarrollo del talento y la creación de arte sofisticado absolutamente contemporáneo, y que además eran capaces de organizar mini-festivales auto-gestionados, sin patrocinios estatales ni de marcas masivas.
No obstante, la ausencia de continuidad seguía entrabando el desarrollo fluido de una comunidad sólida y constante, pero eso poco a poco fue cambiando. Antes faltaba organización agresiva, y ambición en la logística y la convocatoria, pero de un tiempo para acá se dieron cuenta de las fortalezas de su escena en contraste a lo que sucede en la GAM y empezaron a pensar en una escala proporcional a su talento. Muchos negocios han apoyado la iniciativa y han cerrado filas con esta generación de gestores y productores, que han logrado crear las condiciones para un crecimiento sostenido del arte local.
Llevo unos meses escuchando a varias bandas de la camada actual de Occidente, bandas de Grecia, Sarchí, Palmares y Zarcero. Hay muchísimo talento y perspectivas frescas. Hay muchísima energía y competitividad sana. Es refrescante el escuchar tanto material que ha sido moldeado y pulido por influencias tan diferentes a las que dominan la escena alternativa capitalina, pero que a la vez comparten muchísimo del bagaje cultural y elementos claves de identidad. De todas estas bandas las que más duro me golpeó fue Camelolloide.
Camelolloide no es necesariamente la mejor de todas, ni la más destacada, pero si fue la que más me afectó personalmente. Hay algo en su sutileza y su inmediatez, en la dosis controlada de blues y psicodelia que me recuerda lugares olvidados de mi adolescencia y mi infancia, pero no a bandas específicas, si no que me evoca un sensación de algo importante perdido. Su juego de voces suaves y sugerente, sus letras orgánicas, las atmósferas musicales opresivas, su percusión amenazante... todo funciona. Cuando el super-legítimo Kevin León me pasó las grabaciones de la banda creo que no tenía la menor idea de lo que me estaba haciendo.
La banda nació en el 2009, pero no debutó hasta el 16 de diciembre, 2012 después de un largo proceso gestativo. Sus miembros son Randall Salazar (Katerva) en la guitarra y voz, David "Negro" Carmona en el bajo y coros, Luis Roberto Castro en la batería y voz, y César Andrés Paniagua (El Valle Sound Machine) en la guitarra y voz. Algunos de ellos han tenido roles como gestores culturales, productores y promotores de eventos en su escena local, porque el rock y el amor al arte nos vuelve multifuncionales sin excepción.
Hay algo importante pasando en Occidente. Poco a poco más bandas están visitando la capital y trayendo con ellas un entusiasmo y una actitud que a veces siento que hemos perdido en San José, y ahora bandas "del centro" se están esforzando en ir a tocar allá para contagiarse de una energía y una ética que es vital para que demos el siguiente paso como una colectividad de artistas, productores y gestores costarricenses que somos. Es necesario un cambio de perspectiva para poder surgir y volvernos sostenibles y reducir la frustración que causa el vivir -intencionalmente- en un espacio tan cerrado y con un público tan limitado. Tenemos que empezar por admitir que lo que llamamos "la escena de rock alternativo nacional" hasta el momento se ha caracterizado por ser la escena de "rock alternativo exclusivamente de la GAM" y que hay dar pasos ambiciosos y serios por integrarnos a lo que sucede en el resto del país de la misma forma en que las bandas de Occidente no titubean en tener su escena propia y venir a visitar nuestros escenarios josefinos constantemente. Hay que integrarnos a Costa Rica.
Hay que volver la mirada a Occidente en silencio, hay que escuchar. Hay que prestar mucha atención...
Camelolloide - Camelolloide (2013)
Camelolloide - Lady B (demo) (2015)
Camelolloide - Hola Calle Estadio Chill & Love Sessions (en vivo) (2015)
Camelolloide en Soundcloud.
miércoles, 17 de junio de 2015
Perra Pop Presenta: Los Waldners
He escrito dos veces sobre Los Waldners y en esos textos he cubierto -de la mejor forma que he podido- la historia del origen de la banda y sus motivaciones más elementales. Usualmente usaría este espacio para hablar de eso, de la banda, su contexto histórico y los retos que han enfrentado, pero creo que es un tema que he agotado con su carrera hasta el momento. Entonces voy a aprovechar que tengo su atención para hablar de algo que siempre he querido: de Daniel Ortuño -guitarrista de Los Waldners-, su carrera y sus contribuciones a la escena. Para los que leen regularmente esta columna, Daniel es un personaje frecuente en mis historias. Para mí Daniel es una parte indispensable de mi vida cotidiana. Tenemos una conversación permanente que lleva más de diez años y que significa más de lo que las palabras pueden expresar. Tal vez este texto tendría más sentido si se leyera dentro de muchísimos años como una gran retrospectiva, pero creo firmemente que la gente debe celebrarse en vida y que uno nunca debe titubear en expresar cuanto quiere o admira a alguien, aunque las palabras no alcancen.
Detrás del carisma de Luis Carballo y el humor desarmante de Gustavo Quirós, justo al lado de la hipnótica presencia festiva de Andrea San Gil -o la silenciosa presencia explosiva de Daniel Del Risco, si es un concierto reciente-, ubicándose en un sector menos iluminado que donde se coloca Pablo Castro o Geo Morera cuando pasan a ayudar con un extra de guitarra, en una esquina olvidada del escenario -invisible sin desaparecer del todo- está Daniel Ortuño.
Daniel Ortuño es el arma secreta de Los Waldners.
Con instinto para los arreglos y los ganchos melódicos, elegancia composicional, una sobriedad inusual para una guitarra principal y un gusto discriminante que le facilita saber cuando detenerse... Daniel brilla no brillando, dejando espacio y aire para que el resto de banda haga lo suyo; su primer compromiso es con la funcionalidad de la banda y no con su ego. Su ética y generosidad se reflejan en su trabajo artístico e inundan cualquier trabajo colaborativo en el que participe.
La primera vez que vi a Daniel Ortuño fue el 7 de Febrero del 2004 en un concierto en el Complejo Las Huacas, en Coronado. El concierto se llamaba Las Chicas Quieren Rock y estaba producido por Humor Negro Producciones, que era básicamente el brazo logístico de la banda Psikodéliska -que años después corregiría su nombre al más elegante 'Psicodélisca', que usaré en el resto de este texto-. En ese momento Felicia Manso-Sayao aun no era Felixxxia, si no que era la pareja de Víctor Acuña, bajista y vocalista de la banda, e iba a cantar unas canciones con ellos -la química fue decisiva y de ahí en adelante Feli sería la vocalista oficial del grupo-. Aby Cruz y yo fuimos hasta Coronado para ver su debut como artista invitada; éramos compas de Feli desde hacía muchos años por caminos distintos: en mi caso nos conocimos al crecer ambos en la tienda de Darren Mora en el edificio Omni, Mora Books, y en el caso de Aby porque habían crecido en el mismo barrio en Curridabat desde pequeñas.
Psicodélisca tocaba un híbrido de ska y punk con influencias disonantes de metal, pop y noise... haciendo de alguna forma que todo funcionara y mezclara armoniosamente. Esa tarde en Coronado al subirse la banda a tocar, Aby y yo fuimos cautivados por un pelirrojo pelicorto que estaba tocando guitarra muy atrás en el escenario. Usaba pantalones de mezclilla azul y una camiseta blanca, tenía una presencia serena y delicada. Aby y yo en ese instante decidimos que queríamos ser sus amigos y hablarle de todo lo que se nos ocurriera, sin tener la menor idea de que él sería terriblemente influyente en nuestras vidas a partir de ese momento. Las próximas veces que tocaron, asistimos fielmente y nos fuimos acercando poco a poco al tímido guitarrista: Daniel Ortuño.
Daniel creció en Turrialba, en una finca. Después de pasar sus años escolares allá, regresó a San José, pero sintiéndose para siempre un nativo de cañales y cafetales transplantado a los barrios Curridabatenses. La primera guitarra acústica en su vida fue una abandonada por alguno de sus familiares, convertido en elemento decorativo luego de perder sus cuerdas. En algún momento de su adolescencia conoció a Víctor Acuña en el colegio -en el mismo donde fue compañero de Daniel Del Risco, que aun no era baterista- y formaron varias agrupaciones musicales, muchas veces tocando covers de Pixies en Puerto Viejo... lo cual probablemente suena como una mejor idea en papel que en la práctica. Víctor tenía ideas inquietas y al salir del colegio decidió formar una banda. Daniel era fan de Misfits y Sonic Youth, y tal vez lo suyo no era necesariamente el ska-punk, pero aceptó feliz.
Los dos primeros conciertos de Psicodélisca fueron en el Teatro Skené, en el formato 'batalla de bandas' impulsado por su entonces administradora, donde dejaba caer todo el peso de la promoción sobre las bandas emergentes pero no las ganancias. La banda se da cuenta que es un mal negocio. Como no conocían a nadie en la escena capitalina y percibían a Vieja Escuela como una productora establecida e inaccesible -y como el movimiento de punk herediano estaba sucediendo allá en Heredia y ellos eran de San José-, deciden tomar las riendas de su propio destino.
Humor Negro nace para darle cabida a su música y a las jóvenes bandas de punk que iban conociendo en ese momento en condiciones similares (Ilícito, 3 Akordes, Milixia Urbana, Askatasuna). En algún punto logran ser una banda popular y relevante dentro de la escena anti-fascista, solo que talvez con un edge más políticamente progresivo, influencia de Felixxxia con su claro discurso feminista y su llamado a la participación femenina en la escena. Poco a poco Psicodélisca se iría alejando de la escena que los vio nacer para hacer conciertos con artistas de otras corrientes, acorde a los nuevos sonidos hacia los que se estaba moviendo.
Juntos grabaron un puñado de sencillos, un disco de estudio y un disco en vivo. Su despedida fue en un concierto en la serie de Rock en el Farolito, producida por Darren Mora. Una despedida digna.
Paralelo a su trabajo con Víctor y Feli en Psicodelisca, Daniel estaba tratando de perseguir sus propios proyectos. Colocó un rótulo de tela con un gasilla en el bulto que usaba para transportar sus libros y cuadernos en la Universidad de Costa Rica, donde citaba una lista de influencias y solicitaba músicos que quisieran unirse a tocar en una banda con él. La lista era impenetrable y no tuvo ninguna oferta durante mucho tiempo. La primera persona en preguntarle con conocimiento sólido del material citado fue Mercedes Oller, una joven balletista que estudiaba Artes Dramáticas. De ese núcleo nacería la primera banda formal de Daniel: Alta Costura. Empezaron ensayos como dúo en el 2005 e hicieron unas cuantas grabaciones caseras, en tono experimental. Luego entraría Aby Cruz con su voz, su violín eléctrico y su entrenamiento musical académico. Como trío sacarían su disco debut y poco después un single llamado "Isabel". En el 2006 se les uniría Fabrizio Durán, un adolescente que era baterista de una banda de punk colegial llamada Pidgines. Este cuarteto consistió en su alineación más célebre.
Con sus influencias derivadas de lo más oscuro del indie pop, el noise, el shoegaze y el No Wave y la estética DIY de las disqueras independientes del estado de Washington como Sub Pop y la K Records, Alta Costura no fue un trago fácil para las audiencias capitalinas, que no estaban preparadas para recibir un asalto lo-fi de melodías inocentes y pegajosas, cantadas con voces frágiles y dulces sin pretensión alguna, y luego cubiertas de una capa de feedback y violín. Las reacciones en los foros musicales fue inesperadamente hostil y violenta, con comentarios descalificantes y agresivos. No obstante esto solo afianzó el espíritu contrario de la banda, que tocando canciones sobre osos polares y pisos blancos logró irritar a más rockeros sabelotodos y puristas que una manada de punks desafinados. Buen trabajo.
Mientras graban su segundo disco en el 2006, la banda se fue desboronando. Primero partió Mercedes, que dejó la escena musical hasta años después cuando volvió con Las Robertas. Aby dejó la banda en el 2007. Daniel y Fabricio siguieron ensayando solos, hasta finalmente dejar morir el proyecto unos años después, sacando un sencillo como dúo en el 2012, bajo el nombre de Balastro.
Paralelo al final de Psicodelisca y el período de más actividad de Alta Costura en el 2006, Daniel formó otra banda. Impulsado por el bajista Luis Felipe Dobles (Savia, Rey en Ruinas) -que luego decide no formar parte del proyecto- Daniel se juntó con Alberto Elizondo y Luis Diego Aguilar (Arma Popular) para crear Señorita Maestra, una banda de hardcore punk con fuertes influencias de Fugazi y bandas como Rites of Spring. Un detalle poco importante, pero digno de mencionar en honor a la transparencia: en la media hora que estuve tocando bajo formé parte de Señorita Maestra, al punto de ponerle el nombre al grupo y escribir la letra de una canción; debido a una gran incapacidad de compromiso en todas las áreas de mi vida durante esos años, mi paso fue breve. Ante la falta de constancia de dos bajistas seguidos, la banda optó por convertir a uno de sus guitarristas en bajista y de esa forma obtuvimos los bajos pegajosos de Alberto Elizondo. No me arrepiento de nada.
Señorita Maestra estuvo activa entre el 2006 y el 2009. Evidencia de los lazos interminables entre la escena punk y la alternativa, Señorita fue un intento deliberado de contrarrestar la masculinidad tóxica y el dramatismo escénico que en ese momento dominaba el hardcore local, pero no por medio de la confrontación si no de la cooperación y la actividad incansable, señalando que otras rutas eran posibles. De forma totalmente inesperada lograron amasar un grupo sustancioso de seguidores que encontraban su sonido único y su presencia escénica desarmante por su simpleza, y lograron hacerse del respeto de las bandas grandes de la escena. Para cuando se separan dejan un disco entero grabado en los estudios de José Ospino (Bruno Porter, Orgasonova), que no saldría a la luz hasta años después. En el concierto de despedida se encuentran a si mismos asombrados al ver un grupo de jóvenes desconocidos coreando sus canciones.
Durante ese momento de hiperactividad en el 2006, el guitarrista y vocalista de Pidgines, Gabriel Gurdián (G2), tiene la iniciativa de crear una disquera pequeña. G2 y Daniel -cuya amistad que originó en los conciertos de Humor Negro- ya venían grabando sus propias bandas y haciendo tirajes limitados de su propio material, pero G2 estaba ansioso por llevarlo un paso más allá y documentar de una forma más ambiciosa los sonidos de nuestra escena. Contactó a un grupo de colaboradores cercanos que encontró afines a su sensibilidad -entre los cuales me incluyo- y una mañana soleada de Julio se fundó Gerónimo Records. Los cinco miembros fundadores fuimos: Gabriel Gurdián (Pidgines, Malas Palabras), Fabrizio Durán (Los Cuchillos, Niño Koi), Alberto Elizondo, Daniel Ortuño y yo. Gerónimo se mantiene más o menos activo durante varios años, dejando una cantidad saludable de material circulando: Alta Costura, Eleanor's Sickness, Psicodelisca, Pidgines, Spaceship (lanave), Señorita Maestra, Raging Bull Leather Jacket. No hicimos ni un solo colón en todo ese proceso, pero aprendimos muchísimo y nos sentimos inmortales.
En ese mismo período Daniel consolidaría su faceta como DJ. Sus primeras experiencias -como la de muchos de nosotros- fueron gracias a César Luna en Area City, a partir del 2003. César siempre busca talento nuevo para desarrollar y muchos tuvimos nuestra primera oportunidad ahí. Entre el 2003 y el 2007 las presentaciones de Daniel como DJ serían esporádicas, repartiéndose entre Area City, La Chicharronera Rancho Alegre y el Atomic Diner -donde sería bautizado con su nom de guerre Danny Boy por Felixxxia, en un set para su cumpleaños-.
En el 2007 produjo -junto con Marlon Cordero- varios eventos en el Bar Bahamas en La California, con un énfasis en la música mod y soul -precedido esto por un evento bautizado "Rockers vs. Mods" con Tony Cuchillo, Caro Castro, Max Ortuño y Daniel en La Chicha ese mismo año, donde conoció a Diego Gonzalez, otro eventual colaborador-. En esta época Bahamas era un bar tradicional que pasaba videos de música latina en sus televisores y discos de mixes tropicales por sus parlantes; estaba al borde de la quiebra, con toda su clientela original espantada por la creciente ola de punks, alternativos, rockeros, góticos y demás tribus que empezaron a pulular en Barrio La California gracias a Area City y Tribal. Los únicos que pasábamos noches enteras oyendo cumbia en sus sillones éramos un puñado de disconformes que ya no estábamos cómodos en ningún otro lado.
Los eventos de Daniel se sumaron a otras pequeñas iniciativas ese mismo año (Dinamita/Sacarina Pop, Cabaret de Pandora, La Noche de los Copetes, Dinorama) que le trajeron nueva vida a Bahamas y de ahí en adelante muchos otros productores vieron las posibilidades del lugar, eventualmente convirtiéndose en la cuna de productoras del calibre de Jalamelule y el Dúo Matellica. También llevó sus sets a lugares nuevos, como la Chicharronera Rancho Alegre, El Lobo Estepario, la tienda Ñ y La Mochila. Generalmente centrados alrededor del soul sesentero y setentero preferido por skinheads (sharps) y los amantes del ska y el R&B clásico, sus eventos consiguieron -en su punto más alto- una convocatoria inusualmente masiva y ecléctica.
Sus experiencias como DJ lo impulsaron a pasar de coleccionar CDs y mp3 a coleccionar viniles, y a pasar de especializarse en discos de Northern Soul a convertirse en uno de los más respetados crate-diggers locales, específicamente dedicado a coleccionar rare groove de la riquísima producción de soul centroamericano. Su colección y su trabajo de difusión ha sido notable, y se ha ganado el respeto del muy selecto círculo de coleccionistas de soul y de salsa locales, donde la mayoría de sus miembros le duplican la edad fácilmente. No siendo esto suficiente, Daniel también forma parte del colectivo In:Camera desde el 2014, que se dedica a promover música bailable -la mayoría electrónica- con estéticas de vuelta a la raíz, en eventos periódicos en el centro de la ciudad.
No obstante el final de Gerónimo, Daniel seguiría trabajando agresivamente en su rol de productor musical e ingeniero de sonido, convirtiéndose en uno de los documentadores más importantes de la escena alternativa en años recientes. Una lista de grabaciones donde ha participado suena como una lista de grandes éxitos del alternativo costarricense: Movies de Raging Bull Leather Jacket (con G2); In the Hour of the Wolf, Tiny Monsters, Afterimages of Glowing Vision y Dark Horse de The Great Wilderness; PI de Zópilot! (todas estas con Ronald Bustamente); La Pequeña Muerte y As Above, So Below de Niño Koi; el Demo de Rabia; Dissected Affair (con Alejandro Imbach) y The Feel de Las Robertas; el compilado Sí San José (con Adrián Poveda y Vito Petruzzelli); Eclipse Total del Corazón de Los Waldners, Ave Negra de Ave Negra (con Marco Fernández); y Random Views de The Dead Deads son algunas de las que puedo recordar en este momento, muchas de estas hechos pro bono como una forma de contribuir su grano de arena a una escena necesitada de historia y contexto.
A partir del 2010, Daniel colabora con el colectivo de artistas de música electroacústica llamado Extremos Sonoros. Usualmente se presenta bajo el nombre Manteles y su performance se centra alrededor de largas improvisaciones de ruido blanco, distorsión y feedback. El movimiento de música noise local ya ha dejado huella y ha sido reconocido y validado por autoridades culturales y la crítica local, sin embargo esto no los ha detenido ni ha afectado su espíritu libre y caótico. No hay que tomarse a pecho estos intentos desesperados del establishment de absorber y formalizar lo que no entiende y lo que sus descripciones academizantes no alcanzan a describir apropiadamente. Más papistas que el papa, muchos artistas de noise y de música electroacústica han decidido darse la espalda a si mismos en un absoluto desafío a la lógica y la física. Maravilla.
A finales del 2010, Daniel fue invitado a formar parte de un proyecto musical que Luis Carballo (General Lee) armaba con un grupo de amigas en común: Los Waldners. Después de muchas aventuras y desventuras, y la entrada y salida de integrantes, la alineación se consolida en su segundo debut en Diciembre del 2011: Luis en las vocales y guitarra, Andrea San Gil (Lolita Piñata, The Great Wilderness) en la batería y coros, Gustavo Quirós (Keep The Gap, Elemento) en bajo y coros y Daniel en la guitarra principal. Juntos grabarían un exitosísimo disco que los pondría en el mapa durante el 2014 y los llevaría a tocar fuera de Costa Rica. En este instante la banda se encuentra grabando un segundo disco. Andrea se encuentra fuera del país con Daniel Del Risco cubriendo su rol en la batería para conciertos. Sin embargo, la historia musical de Daniel Ortuño no termina aquí...
Después de la muerte de Señorita Maestra, Daniel se quedó sin un espacio formal donde plasmar todas sus ideas corrosivas. Si bien el trabajo con Manteles era gratificante, no era lo mismo que tocar algo rítmico ante un grupo de jóvenes sudados a punto de estallar de la frustración y las hormonas. Rabia arrancó sus ensayos en algún momento en el 2012, con una rotación frecuente de miembros mientras se buscaba el combo ganador, manteniéndose siempre en el corazón del proyecto Joel Obando (Billy the Kid, The King Of) como baterista y Daniel como guitarrista. Finalmente se logra amarrar la alineación definitiva con la entrada del vocalista Camilo Fernández (Crimes) y el bajista Pablo Montero (Everlasting Brutality) en el 2013. Su disco debut salió unos meses en Marzo del 2014. En Rabia la interpretación de Daniel no es para nada mínima ni imperceptible, es una avalancha de sonido con movimientos repentinos y fuertes en el escenario, donde se le puede ver claramente en su elemento y apreciar en toda su gloria. La presencia de Rabia ha trascendido las fronteras de su género y -nuevamente- se ha caracterizado por ser una de esas bandas de la escena punk que es apreciada y festejada por el público alternativo. Dos de dos.
A través de todos estos años, todas estas grabaciones y todas estas bandas, Daniel ha estado produciendo un programa semanal en Radio U llamado Findependiente, dedicado a la música independiente y alternativa internacional. Daniel se unió al espacio poco después de su fundación en en el 2004 y después de que muchos de sus productores originales pasaron a otros proyectos (entre ellos Max Ortuño, Gaby Rivas y Marlon Cordero), Daniel se mantuvo constante en el espacio, creando una de las ventanas de acceso público más valiosas para descubrir música que no cuenta con difusión en la radio nacional y que se ha convertido en un referente único en su género. Hace poco Findependiente celebró su undécimo aniversario con un concierto internacional en El Steinvorth, en San José centro. Casi nada.
Es imposible predecir cual será la siguiente movida de Daniel Ortuño en el panorama musical costarricense. Su currículo habla muchísimo de su capacidad de dar vueltas inesperadas y dirigirse con intensidad y aplomo hacia direcciones nuevas ¿Quién habría predicho hace cinco años que Daniel sería el guitarrista principal de un fenómeno de indie-pop como Los Waldners... aparte de Luis? Sin embargo es fácil ver sus huellas en todo el material. Mucha gente cree que el ascenso meteórico de la banda en el último año fue una casualidad, un hecho inusual y aislado, sin entender que hay más de una década de trabajo sosteniéndolo solamente en el caso de Daniel, ni hablar del pedigrí de más de diez años de Gustavo o la discografía impecable de Andrea -sobre quienes he escrito a profundidad en otras ocasiones-. Se puede tratar de tapar el Sol con un dedo o desconocer los eventos históricos que le dan vida al ente orgánico que es una escena, pero no por eso dejan de estar ahí presentes, influyendo todo lo que los rodea.
A pesar de su celebración colectiva de la suavidad y la sensibilidad, Los Waldners son unos duros. Expertos en la gestión cultural y experimentados como creadores, Los Waldners son una suma muy específica de talentos, experiencias e iniciativas, una banda que ha construido su obra sobre bases firmes, donde cada pieza es indispensable y clave para su éxito y totalmente irreemplazable, funcionando como una máquina bien engrasada y perfecta. No entender esta dinámica es no entender la historia de nuestra escena y las voces que la han moldeado a través de la última década.
Los Waldners - Ella Usaba Vestidos (sencillo) (2014)
Los Waldners - Eclipse Total del Corazón (2014)
Los Waldners en Bandcamp.
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jueves, 11 de junio de 2015
Perra Pop Presenta: The Dead Deads
¿En qué momento olvidamos bailar?
No estoy muy seguro. Tengo mis teorías, pero bueno... tengo teorías sobre todo y por lo tanto eso no quiere decir nada. Sospecho que fue en algún momento entre la segunda mitad de los 70 y el comienzo de los 80. El rocanrol cuando nació en Costa Rica aun era considerado una música bailable, firmemente anclado dentro de esa estética y usado para ese efecto. Las bandas de rock tocaban en bailes, en fiestas. Eran esencialmente lúdicas, emocionantes, efímeras.
Creo que eso tuvo peso en la selección de los repertorios. Las bandas de rock, al igual que las bandas de tropical y las orquestas de los salones, llenaban su set de éxitos bailables. Eso era lo que la gente pedía, eso era lo que recibían. El rock aun se mantenía utilitario, efectivo. Aun el interés no se dirigía hacia el artista como tal y a su creación, si no que se enfocaba hacia la ejecución de los standards. La ciudad se llenaba de discotecas que creaban espacios para disfrutar esta música de esta forma. Esa era la interfase del rock: el baile.
Internamente el rock en los 70 estaba creciendo hacia espacios más reflexivos y elaborados, empujados por el crecimiento de la influencia del rock progresivo. Estas ambiciones buscaban legitimar el rock ante los ojos del público escéptico y ante la prensa conservadora, y a la vez extender la paleta usada por los músicos. A lo externo en Latinoamérica, la presión de los movimientos de Nueva Canción no solamente querían alejar la música popular de un rol meramente "decorativo" en las fiestas, si no convertirlo en un agente de cambio. El que mucha de la actividad rockera latinoamericana consistiese en conciertos en inglés de canciones extranjeras no ayudó a darle un lugar distinguido entre las nuevas generaciones, si no que lo convirtió en un símbolo de un pasado cercano "colonizado" y reforzó su estatus como algo superficial y desechable.
Todas estas tensiones internas y externas terminan por consolidar una nueva dirección. Las ambición y la necesidad de validación de los artistas se intensifica. Pasamos a una nueva forma de experimentar el rock y sus derivados, empezamos a tratarlo con respeto y crear espacios donde pudiésemos sentarnos a escuchar lo que pasaba con cuidado y detenimiento. La calidad de los compositores daba la talla y los instrumentistas eran aun mejores. Esto se convirtió poco a poco en una actitud dominante en la escena, principalmente en la escena especializada, entre rockeros. Aun las grandes audiencias puede que encontraran su ímpetu bailarín intacto, pero si el concierto era exclusivamente entre devotos, si la banda aun no había pegado y no era masiva, entonces... quietud.
Para los 90 ver gente bailando en conciertos de rock y rock alternativo era bastante inusual. Bandas como Gandhi, la Nueva P y Bruno Porter tenían bases de funk, salsa y son escondidas entre su rock que debieron inspirar algo más que gente con brazos cruzados asintiendo con la cabeza rítmicamente o una cadera oscilando ligerísimamente, pero no pasaba nada. El público incluso optaba por ver estas bandas sentados, concentradísimos, perdidos en la virtuosidad de sus intérpretes -creo que los primeros bailongos del Invisible de Gandhi se dieron efectivamente cuando saltó del under a los conciertos masivos después de sacar su primer disco-. No obstante en el under, en la escena metalera y la ska/punk, la llama seguía prendida a su manera, disimulada, encubierta por rituales que la volvían inofensiva para la masculinidad tradicional: el baile era una actividad impersonal, colectiva y violenta.
Sin embargo fue justamente de la escena under de donde saldrían los miembros de las primeras dos bandas abiertamente bailables del rock alternativo conteporáneo, sin ironía ni distanciamiento emocional, que traerían de vuelta el poder indiluído del baile a los escenarios rockeros: Los Cuchillos y Alphabetics. Cuando Los Cuchillos debutan en el 2006, lo más cercano a algo bailable eran las secciones más pop de los conciertos de Los Acetatos, que sin embargo serían interrumpidas por freak-outs psicodélicos o inesperados cambios melódicos. Los Cuchillos no tenían este problema. Los Cuchillos mantenían el beat constante y seguido sin parpadear, todas sus canciones diseñadas para electrizar a su audiencia y quitarle su timidez. Cuando los Alphabetics debutan cinco años después comparten una fórmula parecida, aunque un poco más amarrada a sus orígenes en el hardcore.
Este par de bandas modificaron las expectativas de las audiencias y liberaron las posibilidades en la mentes de los compositores. Ambas inmensamente populares, trazaron el camino para mucho del material que sería desarrollado por las generaciones próximas. Ave Negra, Los Waldners, GoGo Dancers, incluso un par de canciones de The Great Wilderness. Había un mundo de posibilidades en frente para las bandas nacionales y muchos espacios sin ocupar, sin explotar. The Dead Deads es justamente una exploración de los caminos que se han despejado ante el cambio de perspectiva; específicamente un intento de unir las corrientes separadas: la catársis del ritmo y la introspección de los juegos melódicos, el cuerpo y el alma. El balance en la Fuerza.
The Dead Deads es formado en el 2013 por Diego y Jose. Graban un demo juntos, algo conceptual y bastante progro en su descripción pero que flota por encima de las expectativas al incorporar una base rítmica agresivamente bailable y contagiosa. Poco después la banda incorpora al resto de su alineación y debutan formalmente de la forma más patriota posible: un 15 de Septiembre del 2013 en la legendaria Finca La Patria del super-legítimo gestor cultural Kevin León. Sacan su primer EP, Random Views, en el 2014 grabado por Daniel Ortuño y masterizado por Mario Miranda. A pesar del pedigrí de la producción y la calidad de las canciones, el disco no logra darles un espacio privilegiado en la escena y tienen que seguir luchando desde las trincheras. Sin embargo en vez de insistir ciegamente en una fórmula o dejar el proyecto a un lado, la banda evoluciona y graba de forma independiente un par de sencillos, incorporando elementos nuevos en su repertorio y creando dinámicas novedosas.
En este momento los Dead Deads son Alejandro Gonzalez en la voz y guitarra, Diego Cordero (Acertijo, Zigurats) en el bajo, Josué Arguedas (vicepresidente) en la batería y José Ramírez en la otra guitarra. Su sonido es ambiental, complejo y rico en armonías y juegos sutiles, mientras su base rítmica es implacable y precisa. Son de las pocas bandas locales que reflejan en su sonido un aprendizaje agresivo y atento de lo que sucede a su alrededor, donde sus primeros referentes son sus pares y su mirada no está fijada estrictamente hacia afuera del país, si no que están absorbiendo todo lo que la escena nacional está generando. Hay elementos en sus vocales y en algunas selecciones melódicas que crean referencias a otras eras del rock costarricense por su estilo y fraseo. A veces se siente como un gigante dormido que aun no termina de despertar, pero que poco a poco empieza a sacudirse, adquiriendo conciencia de tu tamaño y su fuerza, dándose cuenta que es ese raro híbrido entre música para bailar y música para sentarse a escuchar que llevamos años esperando.
Su tiempo en escenarios pequeños está contado.
The Dead Deads - The Animal Trip (demo) (2013)
The Dead Deads - Random Views (2014)
The Dead Deads - Thoughts (acústica) (sencillo) (2014)
The Dead Deads - Expecting (acústica) (sencillo) (2015)
The Dead Deads - Expecting (en vivo) (sencillo) (2015).
The Dead Deads en Bandcamp.
The Dead Deads en Soundcloud.
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