miércoles, 17 de junio de 2015
Perra Pop Presenta: Los Waldners
He escrito dos veces sobre Los Waldners y en esos textos he cubierto -de la mejor forma que he podido- la historia del origen de la banda y sus motivaciones más elementales. Usualmente usaría este espacio para hablar de eso, de la banda, su contexto histórico y los retos que han enfrentado, pero creo que es un tema que he agotado con su carrera hasta el momento. Entonces voy a aprovechar que tengo su atención para hablar de algo que siempre he querido: de Daniel Ortuño -guitarrista de Los Waldners-, su carrera y sus contribuciones a la escena. Para los que leen regularmente esta columna, Daniel es un personaje frecuente en mis historias. Para mí Daniel es una parte indispensable de mi vida cotidiana. Tenemos una conversación permanente que lleva más de diez años y que significa más de lo que las palabras pueden expresar. Tal vez este texto tendría más sentido si se leyera dentro de muchísimos años como una gran retrospectiva, pero creo firmemente que la gente debe celebrarse en vida y que uno nunca debe titubear en expresar cuanto quiere o admira a alguien, aunque las palabras no alcancen.
Detrás del carisma de Luis Carballo y el humor desarmante de Gustavo Quirós, justo al lado de la hipnótica presencia festiva de Andrea San Gil -o la silenciosa presencia explosiva de Daniel Del Risco, si es un concierto reciente-, ubicándose en un sector menos iluminado que donde se coloca Pablo Castro o Geo Morera cuando pasan a ayudar con un extra de guitarra, en una esquina olvidada del escenario -invisible sin desaparecer del todo- está Daniel Ortuño.
Daniel Ortuño es el arma secreta de Los Waldners.
Con instinto para los arreglos y los ganchos melódicos, elegancia composicional, una sobriedad inusual para una guitarra principal y un gusto discriminante que le facilita saber cuando detenerse... Daniel brilla no brillando, dejando espacio y aire para que el resto de banda haga lo suyo; su primer compromiso es con la funcionalidad de la banda y no con su ego. Su ética y generosidad se reflejan en su trabajo artístico e inundan cualquier trabajo colaborativo en el que participe.
La primera vez que vi a Daniel Ortuño fue el 7 de Febrero del 2004 en un concierto en el Complejo Las Huacas, en Coronado. El concierto se llamaba Las Chicas Quieren Rock y estaba producido por Humor Negro Producciones, que era básicamente el brazo logístico de la banda Psikodéliska -que años después corregiría su nombre al más elegante 'Psicodélisca', que usaré en el resto de este texto-. En ese momento Felicia Manso-Sayao aun no era Felixxxia, si no que era la pareja de Víctor Acuña, bajista y vocalista de la banda, e iba a cantar unas canciones con ellos -la química fue decisiva y de ahí en adelante Feli sería la vocalista oficial del grupo-. Aby Cruz y yo fuimos hasta Coronado para ver su debut como artista invitada; éramos compas de Feli desde hacía muchos años por caminos distintos: en mi caso nos conocimos al crecer ambos en la tienda de Darren Mora en el edificio Omni, Mora Books, y en el caso de Aby porque habían crecido en el mismo barrio en Curridabat desde pequeñas.
Psicodélisca tocaba un híbrido de ska y punk con influencias disonantes de metal, pop y noise... haciendo de alguna forma que todo funcionara y mezclara armoniosamente. Esa tarde en Coronado al subirse la banda a tocar, Aby y yo fuimos cautivados por un pelirrojo pelicorto que estaba tocando guitarra muy atrás en el escenario. Usaba pantalones de mezclilla azul y una camiseta blanca, tenía una presencia serena y delicada. Aby y yo en ese instante decidimos que queríamos ser sus amigos y hablarle de todo lo que se nos ocurriera, sin tener la menor idea de que él sería terriblemente influyente en nuestras vidas a partir de ese momento. Las próximas veces que tocaron, asistimos fielmente y nos fuimos acercando poco a poco al tímido guitarrista: Daniel Ortuño.
Daniel creció en Turrialba, en una finca. Después de pasar sus años escolares allá, regresó a San José, pero sintiéndose para siempre un nativo de cañales y cafetales transplantado a los barrios Curridabatenses. La primera guitarra acústica en su vida fue una abandonada por alguno de sus familiares, convertido en elemento decorativo luego de perder sus cuerdas. En algún momento de su adolescencia conoció a Víctor Acuña en el colegio -en el mismo donde fue compañero de Daniel Del Risco, que aun no era baterista- y formaron varias agrupaciones musicales, muchas veces tocando covers de Pixies en Puerto Viejo... lo cual probablemente suena como una mejor idea en papel que en la práctica. Víctor tenía ideas inquietas y al salir del colegio decidió formar una banda. Daniel era fan de Misfits y Sonic Youth, y tal vez lo suyo no era necesariamente el ska-punk, pero aceptó feliz.
Los dos primeros conciertos de Psicodélisca fueron en el Teatro Skené, en el formato 'batalla de bandas' impulsado por su entonces administradora, donde dejaba caer todo el peso de la promoción sobre las bandas emergentes pero no las ganancias. La banda se da cuenta que es un mal negocio. Como no conocían a nadie en la escena capitalina y percibían a Vieja Escuela como una productora establecida e inaccesible -y como el movimiento de punk herediano estaba sucediendo allá en Heredia y ellos eran de San José-, deciden tomar las riendas de su propio destino.
Humor Negro nace para darle cabida a su música y a las jóvenes bandas de punk que iban conociendo en ese momento en condiciones similares (Ilícito, 3 Akordes, Milixia Urbana, Askatasuna). En algún punto logran ser una banda popular y relevante dentro de la escena anti-fascista, solo que talvez con un edge más políticamente progresivo, influencia de Felixxxia con su claro discurso feminista y su llamado a la participación femenina en la escena. Poco a poco Psicodélisca se iría alejando de la escena que los vio nacer para hacer conciertos con artistas de otras corrientes, acorde a los nuevos sonidos hacia los que se estaba moviendo.
Juntos grabaron un puñado de sencillos, un disco de estudio y un disco en vivo. Su despedida fue en un concierto en la serie de Rock en el Farolito, producida por Darren Mora. Una despedida digna.
Paralelo a su trabajo con Víctor y Feli en Psicodelisca, Daniel estaba tratando de perseguir sus propios proyectos. Colocó un rótulo de tela con un gasilla en el bulto que usaba para transportar sus libros y cuadernos en la Universidad de Costa Rica, donde citaba una lista de influencias y solicitaba músicos que quisieran unirse a tocar en una banda con él. La lista era impenetrable y no tuvo ninguna oferta durante mucho tiempo. La primera persona en preguntarle con conocimiento sólido del material citado fue Mercedes Oller, una joven balletista que estudiaba Artes Dramáticas. De ese núcleo nacería la primera banda formal de Daniel: Alta Costura. Empezaron ensayos como dúo en el 2005 e hicieron unas cuantas grabaciones caseras, en tono experimental. Luego entraría Aby Cruz con su voz, su violín eléctrico y su entrenamiento musical académico. Como trío sacarían su disco debut y poco después un single llamado "Isabel". En el 2006 se les uniría Fabrizio Durán, un adolescente que era baterista de una banda de punk colegial llamada Pidgines. Este cuarteto consistió en su alineación más célebre.
Con sus influencias derivadas de lo más oscuro del indie pop, el noise, el shoegaze y el No Wave y la estética DIY de las disqueras independientes del estado de Washington como Sub Pop y la K Records, Alta Costura no fue un trago fácil para las audiencias capitalinas, que no estaban preparadas para recibir un asalto lo-fi de melodías inocentes y pegajosas, cantadas con voces frágiles y dulces sin pretensión alguna, y luego cubiertas de una capa de feedback y violín. Las reacciones en los foros musicales fue inesperadamente hostil y violenta, con comentarios descalificantes y agresivos. No obstante esto solo afianzó el espíritu contrario de la banda, que tocando canciones sobre osos polares y pisos blancos logró irritar a más rockeros sabelotodos y puristas que una manada de punks desafinados. Buen trabajo.
Mientras graban su segundo disco en el 2006, la banda se fue desboronando. Primero partió Mercedes, que dejó la escena musical hasta años después cuando volvió con Las Robertas. Aby dejó la banda en el 2007. Daniel y Fabricio siguieron ensayando solos, hasta finalmente dejar morir el proyecto unos años después, sacando un sencillo como dúo en el 2012, bajo el nombre de Balastro.
Paralelo al final de Psicodelisca y el período de más actividad de Alta Costura en el 2006, Daniel formó otra banda. Impulsado por el bajista Luis Felipe Dobles (Savia, Rey en Ruinas) -que luego decide no formar parte del proyecto- Daniel se juntó con Alberto Elizondo y Luis Diego Aguilar (Arma Popular) para crear Señorita Maestra, una banda de hardcore punk con fuertes influencias de Fugazi y bandas como Rites of Spring. Un detalle poco importante, pero digno de mencionar en honor a la transparencia: en la media hora que estuve tocando bajo formé parte de Señorita Maestra, al punto de ponerle el nombre al grupo y escribir la letra de una canción; debido a una gran incapacidad de compromiso en todas las áreas de mi vida durante esos años, mi paso fue breve. Ante la falta de constancia de dos bajistas seguidos, la banda optó por convertir a uno de sus guitarristas en bajista y de esa forma obtuvimos los bajos pegajosos de Alberto Elizondo. No me arrepiento de nada.
Señorita Maestra estuvo activa entre el 2006 y el 2009. Evidencia de los lazos interminables entre la escena punk y la alternativa, Señorita fue un intento deliberado de contrarrestar la masculinidad tóxica y el dramatismo escénico que en ese momento dominaba el hardcore local, pero no por medio de la confrontación si no de la cooperación y la actividad incansable, señalando que otras rutas eran posibles. De forma totalmente inesperada lograron amasar un grupo sustancioso de seguidores que encontraban su sonido único y su presencia escénica desarmante por su simpleza, y lograron hacerse del respeto de las bandas grandes de la escena. Para cuando se separan dejan un disco entero grabado en los estudios de José Ospino (Bruno Porter, Orgasonova), que no saldría a la luz hasta años después. En el concierto de despedida se encuentran a si mismos asombrados al ver un grupo de jóvenes desconocidos coreando sus canciones.
Durante ese momento de hiperactividad en el 2006, el guitarrista y vocalista de Pidgines, Gabriel Gurdián (G2), tiene la iniciativa de crear una disquera pequeña. G2 y Daniel -cuya amistad que originó en los conciertos de Humor Negro- ya venían grabando sus propias bandas y haciendo tirajes limitados de su propio material, pero G2 estaba ansioso por llevarlo un paso más allá y documentar de una forma más ambiciosa los sonidos de nuestra escena. Contactó a un grupo de colaboradores cercanos que encontró afines a su sensibilidad -entre los cuales me incluyo- y una mañana soleada de Julio se fundó Gerónimo Records. Los cinco miembros fundadores fuimos: Gabriel Gurdián (Pidgines, Malas Palabras), Fabrizio Durán (Los Cuchillos, Niño Koi), Alberto Elizondo, Daniel Ortuño y yo. Gerónimo se mantiene más o menos activo durante varios años, dejando una cantidad saludable de material circulando: Alta Costura, Eleanor's Sickness, Psicodelisca, Pidgines, Spaceship (lanave), Señorita Maestra, Raging Bull Leather Jacket. No hicimos ni un solo colón en todo ese proceso, pero aprendimos muchísimo y nos sentimos inmortales.
En ese mismo período Daniel consolidaría su faceta como DJ. Sus primeras experiencias -como la de muchos de nosotros- fueron gracias a César Luna en Area City, a partir del 2003. César siempre busca talento nuevo para desarrollar y muchos tuvimos nuestra primera oportunidad ahí. Entre el 2003 y el 2007 las presentaciones de Daniel como DJ serían esporádicas, repartiéndose entre Area City, La Chicharronera Rancho Alegre y el Atomic Diner -donde sería bautizado con su nom de guerre Danny Boy por Felixxxia, en un set para su cumpleaños-.
En el 2007 produjo -junto con Marlon Cordero- varios eventos en el Bar Bahamas en La California, con un énfasis en la música mod y soul -precedido esto por un evento bautizado "Rockers vs. Mods" con Tony Cuchillo, Caro Castro, Max Ortuño y Daniel en La Chicha ese mismo año, donde conoció a Diego Gonzalez, otro eventual colaborador-. En esta época Bahamas era un bar tradicional que pasaba videos de música latina en sus televisores y discos de mixes tropicales por sus parlantes; estaba al borde de la quiebra, con toda su clientela original espantada por la creciente ola de punks, alternativos, rockeros, góticos y demás tribus que empezaron a pulular en Barrio La California gracias a Area City y Tribal. Los únicos que pasábamos noches enteras oyendo cumbia en sus sillones éramos un puñado de disconformes que ya no estábamos cómodos en ningún otro lado.
Los eventos de Daniel se sumaron a otras pequeñas iniciativas ese mismo año (Dinamita/Sacarina Pop, Cabaret de Pandora, La Noche de los Copetes, Dinorama) que le trajeron nueva vida a Bahamas y de ahí en adelante muchos otros productores vieron las posibilidades del lugar, eventualmente convirtiéndose en la cuna de productoras del calibre de Jalamelule y el Dúo Matellica. También llevó sus sets a lugares nuevos, como la Chicharronera Rancho Alegre, El Lobo Estepario, la tienda Ñ y La Mochila. Generalmente centrados alrededor del soul sesentero y setentero preferido por skinheads (sharps) y los amantes del ska y el R&B clásico, sus eventos consiguieron -en su punto más alto- una convocatoria inusualmente masiva y ecléctica.
Sus experiencias como DJ lo impulsaron a pasar de coleccionar CDs y mp3 a coleccionar viniles, y a pasar de especializarse en discos de Northern Soul a convertirse en uno de los más respetados crate-diggers locales, específicamente dedicado a coleccionar rare groove de la riquísima producción de soul centroamericano. Su colección y su trabajo de difusión ha sido notable, y se ha ganado el respeto del muy selecto círculo de coleccionistas de soul y de salsa locales, donde la mayoría de sus miembros le duplican la edad fácilmente. No siendo esto suficiente, Daniel también forma parte del colectivo In:Camera desde el 2014, que se dedica a promover música bailable -la mayoría electrónica- con estéticas de vuelta a la raíz, en eventos periódicos en el centro de la ciudad.
No obstante el final de Gerónimo, Daniel seguiría trabajando agresivamente en su rol de productor musical e ingeniero de sonido, convirtiéndose en uno de los documentadores más importantes de la escena alternativa en años recientes. Una lista de grabaciones donde ha participado suena como una lista de grandes éxitos del alternativo costarricense: Movies de Raging Bull Leather Jacket (con G2); In the Hour of the Wolf, Tiny Monsters, Afterimages of Glowing Vision y Dark Horse de The Great Wilderness; PI de Zópilot! (todas estas con Ronald Bustamente); La Pequeña Muerte y As Above, So Below de Niño Koi; el Demo de Rabia; Dissected Affair (con Alejandro Imbach) y The Feel de Las Robertas; el compilado Sí San José (con Adrián Poveda y Vito Petruzzelli); Eclipse Total del Corazón de Los Waldners, Ave Negra de Ave Negra (con Marco Fernández); y Random Views de The Dead Deads son algunas de las que puedo recordar en este momento, muchas de estas hechos pro bono como una forma de contribuir su grano de arena a una escena necesitada de historia y contexto.
A partir del 2010, Daniel colabora con el colectivo de artistas de música electroacústica llamado Extremos Sonoros. Usualmente se presenta bajo el nombre Manteles y su performance se centra alrededor de largas improvisaciones de ruido blanco, distorsión y feedback. El movimiento de música noise local ya ha dejado huella y ha sido reconocido y validado por autoridades culturales y la crítica local, sin embargo esto no los ha detenido ni ha afectado su espíritu libre y caótico. No hay que tomarse a pecho estos intentos desesperados del establishment de absorber y formalizar lo que no entiende y lo que sus descripciones academizantes no alcanzan a describir apropiadamente. Más papistas que el papa, muchos artistas de noise y de música electroacústica han decidido darse la espalda a si mismos en un absoluto desafío a la lógica y la física. Maravilla.
A finales del 2010, Daniel fue invitado a formar parte de un proyecto musical que Luis Carballo (General Lee) armaba con un grupo de amigas en común: Los Waldners. Después de muchas aventuras y desventuras, y la entrada y salida de integrantes, la alineación se consolida en su segundo debut en Diciembre del 2011: Luis en las vocales y guitarra, Andrea San Gil (Lolita Piñata, The Great Wilderness) en la batería y coros, Gustavo Quirós (Keep The Gap, Elemento) en bajo y coros y Daniel en la guitarra principal. Juntos grabarían un exitosísimo disco que los pondría en el mapa durante el 2014 y los llevaría a tocar fuera de Costa Rica. En este instante la banda se encuentra grabando un segundo disco. Andrea se encuentra fuera del país con Daniel Del Risco cubriendo su rol en la batería para conciertos. Sin embargo, la historia musical de Daniel Ortuño no termina aquí...
Después de la muerte de Señorita Maestra, Daniel se quedó sin un espacio formal donde plasmar todas sus ideas corrosivas. Si bien el trabajo con Manteles era gratificante, no era lo mismo que tocar algo rítmico ante un grupo de jóvenes sudados a punto de estallar de la frustración y las hormonas. Rabia arrancó sus ensayos en algún momento en el 2012, con una rotación frecuente de miembros mientras se buscaba el combo ganador, manteniéndose siempre en el corazón del proyecto Joel Obando (Billy the Kid, The King Of) como baterista y Daniel como guitarrista. Finalmente se logra amarrar la alineación definitiva con la entrada del vocalista Camilo Fernández (Crimes) y el bajista Pablo Montero (Everlasting Brutality) en el 2013. Su disco debut salió unos meses en Marzo del 2014. En Rabia la interpretación de Daniel no es para nada mínima ni imperceptible, es una avalancha de sonido con movimientos repentinos y fuertes en el escenario, donde se le puede ver claramente en su elemento y apreciar en toda su gloria. La presencia de Rabia ha trascendido las fronteras de su género y -nuevamente- se ha caracterizado por ser una de esas bandas de la escena punk que es apreciada y festejada por el público alternativo. Dos de dos.
A través de todos estos años, todas estas grabaciones y todas estas bandas, Daniel ha estado produciendo un programa semanal en Radio U llamado Findependiente, dedicado a la música independiente y alternativa internacional. Daniel se unió al espacio poco después de su fundación en en el 2004 y después de que muchos de sus productores originales pasaron a otros proyectos (entre ellos Max Ortuño, Gaby Rivas y Marlon Cordero), Daniel se mantuvo constante en el espacio, creando una de las ventanas de acceso público más valiosas para descubrir música que no cuenta con difusión en la radio nacional y que se ha convertido en un referente único en su género. Hace poco Findependiente celebró su undécimo aniversario con un concierto internacional en El Steinvorth, en San José centro. Casi nada.
Es imposible predecir cual será la siguiente movida de Daniel Ortuño en el panorama musical costarricense. Su currículo habla muchísimo de su capacidad de dar vueltas inesperadas y dirigirse con intensidad y aplomo hacia direcciones nuevas ¿Quién habría predicho hace cinco años que Daniel sería el guitarrista principal de un fenómeno de indie-pop como Los Waldners... aparte de Luis? Sin embargo es fácil ver sus huellas en todo el material. Mucha gente cree que el ascenso meteórico de la banda en el último año fue una casualidad, un hecho inusual y aislado, sin entender que hay más de una década de trabajo sosteniéndolo solamente en el caso de Daniel, ni hablar del pedigrí de más de diez años de Gustavo o la discografía impecable de Andrea -sobre quienes he escrito a profundidad en otras ocasiones-. Se puede tratar de tapar el Sol con un dedo o desconocer los eventos históricos que le dan vida al ente orgánico que es una escena, pero no por eso dejan de estar ahí presentes, influyendo todo lo que los rodea.
A pesar de su celebración colectiva de la suavidad y la sensibilidad, Los Waldners son unos duros. Expertos en la gestión cultural y experimentados como creadores, Los Waldners son una suma muy específica de talentos, experiencias e iniciativas, una banda que ha construido su obra sobre bases firmes, donde cada pieza es indispensable y clave para su éxito y totalmente irreemplazable, funcionando como una máquina bien engrasada y perfecta. No entender esta dinámica es no entender la historia de nuestra escena y las voces que la han moldeado a través de la última década.
Los Waldners - Ella Usaba Vestidos (sencillo) (2014)
Los Waldners - Eclipse Total del Corazón (2014)
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2 comentarios:
Es un hérore de la música nacional. Si hubiera más Ortuños quien sabe por donde estaría volando esta escena. Qué dicha que alguien se tomó el tiempo de reconocer todo el trabajo que ha hecho este gran artista. Long Live Ortuño!
Buenísimo el artículo!
El primero que encuentro que cuenta la historia en detalle.
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