jueves, 25 de junio de 2015

Perra Pop Presenta: Capitán Rooster


Descrita hace unos meses por Noisey como "la banda más marginal de Costa Rica", Capitán Rooster es una banda que destaca al caminar sola por la escena musical costarricense. Esto no es necesariamente algo bueno ni malo, solamente algo que nos dice mucho del tipo de sonido que tienen y el tipo de ambiciones que anidan en sus corazones solitarios.

En Costa Rica dentro del rock alternativo hay diferentes fórmulas que automáticamente te garantizan por lo menos un contexto para tocar, un grupo de bandas hermanas donde podés calzar y compartir escenarios. Si sos una banda con influencias de progresivo o con un guitarrista virtuoso, eso calza dentro de cierto mercado específico que tiene mucha demanda para esos sonidos. Si tenés un grupo que carga influencias fuertes de grunge y alternativo noventero, pues eso calza en otra categoría que también tiene un público animado y entusiasta. Por otro lado, la escena tiene una movida indie -indie como estética y no como ética- bastante saludable y en demanda internacionalmente, con grupos con composiciones sofisticadas y sonidos pulidos. En años recientes también se consolidó un grupo de bandas con ritmos bailables -desde el garaje hasta el dance-punk- que logran que el público sude y brinque (¡amén!). Si estás fuera de todas estas áreas, estás enfrentando una lucha cuesta arriba por encontrar un espacio para poder echar raíces y crecer.


Capitán Rooster es una banda que la tiene difícil desde que fue fundada en el 2012. Su sonido no se conforma a ninguna de las expectativas de la movida actual. Carga muchísimo blues, pero no es purista si no más bien moderna. Rocanrolera sin ser retro. Puede ser rápida y contundente, pero no lo suficiente como para que los metaleros y los punks los reclamen como propia. Es abrasiva. Es inteligente. Es creativa. Pero no es bailable, ni encasillable... es esencialmente incómoda y leal a solamente sí misma.

La banda está conformada por Daniel Fernandez (Blues Devils, The Marshalls) en la guitarra y voz, Franco Guido (OZ.) en la batería y Rafael Guido en el bajo o en la segunda guitarra, según amerite la ocasión. Todos han tocado en diferentes bandas anteriormente -Rafa ha tocado hasta en bandas cuyo género musical no disfrutaba, pero ocupaba estar tocando o si no le iba a estallar el corazón-, pero hasta ahora es que han encontrado esa química ideal que permite crear lo que el corazón dicta. Es gente que tiene claro no puede evitar lo que hace, que este es su destino.


Sus influencias son varias y a veces parecen disímiles o irreconciliables entre sí. Daniel es un bluesero empedernido que ha descubierto el poder de la distorsión (¡Howlin' Wolf aprobaría y estaría orgulloso!). Franco es claramente más moderno y ha compartido proyectos con muchísimos músicos de la escena alternativa que luego tuvieron grupos exitosos -algunos: Lolita Piñata, 424, Patterns, Saturno Devorando...- sin aflojar nunca, siempre buscando su combinación ideal. Rafa en cambio es un duro del rock clásico, que puede oscilar entre progresivo setentero y el thrash noventero sin parpadear, y que fue baterista durante toda su vida musical hasta que entró a Capitán Rooster.
Esto, por supuesto, convierte el proceso creativo en toda una aventura, basado en el mantener el entusiasmo y cumplir con las exigencias de tres personalidades fuertes y críticas.

Una de las cosas que encuentro más sobresaliente sobre Capitán Rooster es que tienen bastante asumido que ante la ausencia de una escena que esté diseñada para promover y sostener un sonido como el suyo, van a tener que trabajar más duro. No pierden el tiempo haciéndose los difíciles, buscan espacios para tocar de forma diligente y disciplinada -en su primer año como banda tocaron TODOS los meses en Bahamas, su bar favorito-, escuchan atentamente a todas las bandas locales que pueden para ir observando el crecimiento musical de la escena, hacen conversación con cualquier persona que les cause curiosidad o fascinación, sin pena ni falsos orgullos.


Lo interesante de este intenso proceso de promoción, observación y aprendizaje, es por un lado cuanto parecen disfrutar la experiencia y, además, que tan poco influye eso sobre el sonido que quieren tener; todas las lecciones parecen estar dirigidas a como hacer mejor lo que quieren hacer, reducir ese espacio entre la cabeza y los amplis. Capitán Rooster tiene una identidad muy definida, clara, precisa y aunque quieren alcanzar todo el público posible, quieren llegar hasta él para mostrarles lo que hacen, no solamente para sumar adeptos de forma mecánica. Han aceptado su lugar incómodo y poco ventajoso en la escena local, pero no lo resienten. No van a tocar algo que no los enamore solo para tener más gente en un concierto. Hay demasiados sacrificios involucrados en montar una banda para hacerlo para el disfrute ajeno.

El manejo de frustraciones es algo importante en la vida en general, pero para sobrevivir el mundo del rock costarricense es indispensable. Parecen tener esto claro y bajo control. No se atrapan a si mismos hablando sobre giras al exterior o soñando con estadios llenos, lo suyo es una cuestión de contacto inmediato y cercano. Es poder ejecutar lo que hacen en frente de personas que pueden entenderlo y apreciarlo, dejar que se construya ese puente y que los lleve hasta donde los lleve. No se quejan, proponen. Su principal orgullo no es la taquilla al final de la noche, si no como sonaron, que experiencia crearon, que cosas compartieron.


Su nombre refleja la identidad mutable del grupo y su caudal de influencias. Mejor asumirse mestizo y mixto de entrada, en spanglish. Aparentemente la banda tiene una fascinación inexplicable por los pollos, y el padre de los Guido es capitán de barcos -lo cual hay que admitir: suena fascinante-. Su primer disco se llama Tricopilia. Su local de ensayo es el taller de radiadores fundado por el padre de Daniel hace 33 años en Barrio México. Los artes de sus discos y de su presencia web son limpios y de estética sofisticada. Todos estos aspectos chocan entre sí, pero van pintando una identidad deliberada donde se cruzan un orgullo de sus raíces con un esmero intenso y una intención de perfección en su trabajo -son el tipo de banda que prefiere tocar con su propio backline para sonar justamente como quieren-. Esencialmente son la Costa Rica capitalina moderna, contaminada gloriosamente por el Primer Mundo y totalmente desafiante en su arraigo y amor por sus historias y tradiciones del Tercero. No hay pena ni ironía ni cinismos, solo una transparencia y una sinceridad refrescante.


Capitán Rooster - Veintidós (sencillo) (2013)
Capitán Rooster - Tricopilia (2015)

Capitán Rooster en Bandcamp.

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